Situémonos en el año de 1997, donde apenas los daños reales a la capa de ozono y la problemática de la emisión de ciertos gases a la capa de ozono, estaban descubriéndose. Cuando los líderes del mundo descubrieron éstas problemáticas creadas por el desconocimiento y la ligereza de sanciones ante empresas, creando así con urgencia la creación de un tratado (propuesto por las Naciones Unidas y su agencia de cambio climático) en el cual se establecieran ciertos puntos y reglamentos a seguir en una cumbre a realizarse en Kyoto.
Kyoto es una ciudad japonesa de alta relevancia para los nipones debido a su densidad poblacional (siendo la séptima ciudad más poblada del país con 1, 470, 000 habitantes) y por su basta cultura (habiendo sido ya una de las tantas capitales antiguas del país y una de las ciudades más tradicionales que aún quedan dentro del mismo).
Ésta descripción de lugar icónico y natural japonés le valieron para ser la sede en la cual los grandes líderes del mundo pudieran ponerse de acuerdo y se comprometieran tanto con las Naciones Unidas como con sus contrapartes internacionales a hacer valer el estado de derecho internacional, dándoles a los seres humanos una mejor calidad de vida.
Pero, ¿qué es el efecto invernadero y por qué es un hecho tan preocupante para la humanidad?
El efecto invernadero es la propiedad de la Tierra de encerrar la gran mayoría de calor y radiación que recibe del espacio (principalmente desde el Sol), incrementando así la temperatura global del planeta, causando grandes deshielos y afectando a los ecosistemas conocidos.
A diferencia de una Era de Hielo, el efecto invernadero es un fenómeno autoinducido por los propios humanos, quienes por su incremento al emitir gases a la atmósfera como el metano, el dióxido de carbono, el óxido nitroso, los hidrofluorocarburos, perfluorocarburos y el hexafluoruro de azufre, terminan por mandar éstos gases a la atmósfera, haciendo más difícil la reflexión de la radiación.
Un gran ejemplo de una exageración de éstos materiales en la atmósfera es el de un planeta vecino a la Tierra llamado Venus, quien debido a su gran retención de éstos gases, generados de forma natural, luce algo así:
Dentro de las negociaciones, 156 países decidieron firmar el acuerdo. Sin embargo, dos de los principales contaminantes del mundo, Estados Unidos de Norteamérica y Australia se negaron a firmar el tratado porque les causaría principalmente pérdidas a su economía.
Lo que, para finalizar, me lleva a las siguientes pregunta: ¿Cuánto vale el mundo que le van a dejar a sus descendientes por lucrar? ¿Mientras no le afecte a nuestra generación la sobre-exposición a la radiación, no nos debe de importar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario